Es cierto que cada persona de este mundo es hijo o hija de sus padres. Al consevirnos tenemos derecho a la vida aunque esta luego se concrete o no en el nacimiento, Dios sabe porque.
Lo cierto es que ser y sertirse hijo/a tiene un parte activa que va mas allá de nuestro derecho a la vida. Es una actitud que decidimos tomar. Decidimos tomar la vida. Aquí esta la diferencia entre simplemente recibir lo que nos tocó o dar un paso más y tomarlo. Tomar la vida que vino a través de nuestros padres. Tomar a nuestros padres tal cual son, sin criticarlos, sin juzgarlos. Poder entender que sea cual sea la situación que nos toca. Ellos nos dieron la vida e hicieron lo que pudieron con nosotros.
Por esto es que sentirnos hijas es algo fundamental para nuestra vida hoy en día. Porque significa tomar mi vida. Tomar a mis ancestros. Tomar lo que de todos ellos me es dado. Tomarlo hasta lo más profundo.
Primero decimos que sí y lo tomamos todo. Para luego cambiar lo que queremos y hacer de nuestra vida lo que esparamos.
De eso se trata, tomarlo no significa seguirlo al pie de la letra. Sino simplemente escucharlo, tenerlo en cuenta. Para luego ver que quiero hacer yo con eso. Primero les decimos si a nuestros padres, sí tomo todo lo que venga de ustedes. Sí lo tomo todo. Ahora decido yo que quiero hacer con mi vida.
Ser hija/o es un gran aprendizaje. También es un gran alivio y una gran seguridad saber que contamos que con personas más grandes en las cuales podemos relajarnos y desocuparnos de todas las cosas.
Solamente cuando hayamos tomado a nuestros padres, podemos sentirnos hijas/os del cosmos y aspirar a ser sus humildes servidores.
Es testimonio de mi experiencia.
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